viernes, 7 de noviembre de 2008

Confesión seminocturna



Hay cosas que sólo se pueden decir de noche…

Por eso dejo que la imaginación vuele: suena el teléfono y es tuya la voz al otro lado de la línea, cierro los ojos para recrearte mientras te escucho. Puedo percibir tu respiración, el roce de tus manos sobre la ropa, el roce de tu piel contra el auricular.


De la conversación ligera entramos al “nosotros”, a mencionar esas palabras que son como gatillos. Tu voz se torna más profunda, la mía más suave. Te digo “ven” y vienes...


…y entonces sí, como dice Galeano, te arranco las ropas y las dudas…