jueves, 27 de noviembre de 2008

Citalopram para evitar el estrés

Mar se quitó de encima todo. Tomó su cabello y de uno a uno se sacudió el polvo de encima.

Tiró de a poco su ropa y sacudió su tristeza, su fragor. Tomó las tijeras y se arrancó mechas de cabello, sacudió parte de su tiempo.

Se encajó las uñas en la carne, se encajó las uñas en la carne, se encajó las uñas en su carne. Y no sangró. Entonces pellizcó sus piernas, las golpeo, el puño. ¡Pa!, ¡pa!, ¡pa! Se derrumbó.

Mar, desnuda, sin cabello, de piel arañada, piernas moreteadas y lágrimas derramadas, se acurrucó en el balcón. Estaba destruida. El cielo estaba gris y relampagueaba. Ella miraba la calle. La de enfrente. Vacía. Casa victoriana, ventanas grandes, blancas, maltratadas. Nadie caminaba. Ella estaba ahí, sentada, y nadie lo notaba.

Entonces se levantó, cerró la ventana, tomó su cabello, su ropa, cubrió su piel.

Quemó su tiempo, el de atrás, el que la maltrataba y la hacía vomitar.

Remendó su tristeza y sus alas, las que no usaba para volar.

Ahora todo lo mira desde el cielo. Su cabello es largo, anda desnuda y toma Citalopram para evitar el estrés.