Hoy, domingo 21, es el Yule, el solsticio de invierno, es decir la noche más larga del año.
He venido hablando de ciclos con mis amigos... este año particularmente, mucha gente que me rodea ha hablado de ciclos. Pues bien, Yule deriva de un vocablo que significa nada más y nada menos que Rueda.
Con Yule celebramos el fin y el inicio del ciclo como partes inseparables. Celebramos el perfecto equilibro del universo, el perfecto equilibrio entre la luz y la oscuridad.
Y si vamos a celebrar, pues hay que celebrar con fiestas, evidentemente. Si no tienen una fiesta les aconsejo que se la consigan (no es casual que estemos en tiempo de posadas y tampoco lo es que celebremos navidad el 25).
Por mi parte, les propongo un sencillo ritual Salgan a conseguir algunas hojas y ramas secas.
Busquen entre sus pertenencias, seguramente habrá algunas cosas por ahí que ya sean parte del pasado o que deseen dejar atrás. Si encuentran papeles mucho mejor, cualquier cosa significativa que deseen dejar atrás y que se pueda quemar (sin intoxicarnos y sin causar un incendio). Si se asoman a mi canasta encontrarán flores secas, la lista de deseos y propósitos que hice al recibir el 2008, ramas de canela, hojas secas, piñas, un poco de trigo...
Hacer una fogata con todo esto y agradecer por lo que nos dio el año y por lo que dejaremos atrás para crecer, es un ritual liberador que se antoja mucho. Mientras el fuego arde pensemos en todo aquello que cierra el ciclo y todo aquello que lo inicia.
Asegúrense de conservar las cenizas y usarlas como abono para la tierra. Sería aún más bello si consiguen algunas semillas y las plantan junto con las cenizas.