Nadie nos enseña a volar... De pronto un día uno lo intenta y ya está. Vuelas, sueñas o sueñas que vuelas, da lo mismo -decía mientras te miraba con esos enormes ojos que lograban hacerte sentir tan nervioso.
A nadie le crecen alas. Si sabes volar, sabes que no se necesitan. Por eso yo vuelo y sueño; no me detengo y mucho menos me quedo mirando el suelo... -lo decía con tal convicción que le creías todo y morías de ganas de besarla y hacerla tuya- ... tampoco me importa si me llaman loca, la cordura no es algo que yo haya buscado.
Tú pensabas en mil palabras para decirle y ella sólo deseaba que volaras con ella, que le dieras un beso...
-Sabes, mi coach de cariño me llama Ícaro-