Hacía tanto tiempo que no tenía un sueño tan vívivo, de esos en los que uno tiene el sentido del tacto al máximo, poblados de imágenes claras, emociones, reacciones... una maravilla.
Soñé que estábamos aquí, decorando un pino que había en el jardín con adornos navideños. Estaba mi familia, estabas tú, estaba yo. Entre adorno y adorno, nuestras miradas se encontraban y sonreíamos nerviosos y felices. Cada vez que te miraba sentía una descarga eléctrica recorrerme, y aunque trataba de actuar normal, buscaba cualquier oportunidad para estar a tu lado.
Todos íbamos y veníamos con cajas, subiendo y bajando de la escalera para ir colgando esferas. De pronto, los demás entraron a casa y nos quedamos los dos afuera. Señalaste el pino y me preguntaste si me gustaba cómo iba quedando, cuando di media vuelta para observarlo de frente, me abrazaste por detrás. Sentí perfectamente tus manos en mis caderas, la calidez de tu pecho sobre mi espalda. Sonriente te dije que me encantaba mientras me rodeabas con tus brazos y yo cerraba los ojos para grabar ese instante en mi mente para siempre.
La sensación fue tan real que al abrir los ojos aún sentía tus brazos.
Podría soñarte siempre...