Hablas con un hilito de voz, como moribundo, como tremendamente triste.
Disculpa si sueno fría, pero esa voz ya la he escuchado antes y no me provoca más que descontento. Es hablar pretendiendo que la tristeza es sólo tuya, que no importa nada más que lo que tú sientes y que yo soy la responsable por esa tristeza.
OK, acepto la responsabilidad si eso deseas.
No voy a entrar en discursos gastados de “no eres tú, soy yo”, porque esto es de dos.
Sólo sé que esa repetición se ha vuelto cansada y que no puedo continuar así.
¿Qué haré? No lo tengo aún muy claro. Empezaré con enfocarme de nuevo a esa imagen que refleja el espejo, antes de que se vuelva una desconocida que me devuelve la mirada con rabia.
Disculpa si sueno fría, pero esa voz ya la he escuchado antes y no me provoca más que descontento. Es hablar pretendiendo que la tristeza es sólo tuya, que no importa nada más que lo que tú sientes y que yo soy la responsable por esa tristeza.
OK, acepto la responsabilidad si eso deseas.
No voy a entrar en discursos gastados de “no eres tú, soy yo”, porque esto es de dos.
Sólo sé que esa repetición se ha vuelto cansada y que no puedo continuar así.
¿Qué haré? No lo tengo aún muy claro. Empezaré con enfocarme de nuevo a esa imagen que refleja el espejo, antes de que se vuelva una desconocida que me devuelve la mirada con rabia.