Nuestros pies descalzos hablan, dicen todo lo que no nos atrevemos a decir. Ellos muestran las debilidades, afirman lo que negamos, sostienen el cuerpo sobre el trapecio; estamos tan acostumbrados a estar en las alturas, lejos de todo, donde nada ni nadie puede hacernos daño, que nos da miedo tocar el suelo.
Pero tus pies y mis pies hablan cuando se tocan, desmienten todo lo que dice tu boca, cuentan secretos a voces.
Algún día tus pies y mis pies se revelarán... abandonarán nuestros cuerpos y tendrán esa conversación que tienen pendiente, y nosotros, que estaremos arriba escuchándolo todo, nos miraremos con esa mirada que se lanza antes de salir corriendo, pero será demasiado tarde, porque mandarán ellos y decidirán quedarse quietos ahí... uno delante del otro.
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¡Aviso importante!
Tal vez, sólo tal vez, este sea mi último post en unas tres semanas... todo depende de lo que diga el glorioso doctor Gerardo Quintanilla, director del hospital donde pretende meterme cuchillo el oncólogo.
Si mañana ya no publico... ustedes sabrán disculpar el tiradero que se queda... prometo regresar en breve para poner este centro de espectáculos en orden.
Por qué no mejor me atiende el fabuloso Dr. House?, es mucho pedir?