domingo, 25 de mayo de 2008

Comer prójimo


En un ser humano puedes remover quirúrgicamente un riñón, un pulmón, el estómago, 3/4 del hígado, 3/5 partes de los intestinos y aun así, sobreviviría... Cantidad de personas que están considerando en este momento renunciar a sus empleos: 4 de cada 10... El número de niños intoxicados el año pasado por comer colillas de cigarro: 8,000... El número de químicos en una taza de café asciende a más de 1000...

En esta entrada: Un breve elogio gastronómico








En esta ocasión, amables cyberlectores, me permito compartir con ustedes las bondades de un régimen alimenticio que vengo practicando desde hace 20 años (los primeros... no cuentan) con excelentes resultados, tanto para la salud física como para la higiene de mi entorno social. Esta fórmula dista mucho de las modernas prácticas veganas, macrobióticas o dianéticas, y supera por mucho la infalibilidad del fat away o fórmulas similares.



De hecho, es una práctica bastante antigua pero no por eso menos efectiva. Con hábitos alimenticios que permiten mantener las tradiciones culinarias de México, haciendo uso de chiles, aguacates, jitomates y otras variedades autóctonas, y que honran al mismo tiempo algunas tradiciones y costumbres de diversos pueblos del globo, desde África hasta Nueva Zelanda, pasando por tierras yanquis o apaches.



Probablemente has escuchado la frase coloquial "comerse al prójimo", que se refiere a la tarea básica de entretenimiento a la que se dedican quienes asisten más por obligación que por convicción a misas, eventos sociales o universidades, con el fin de mitigar el aburrimiento de dichos lugares; pues bien, mi dieta se basa en esta técnica, sólo que llevada de manera más literal, o como decían los viejos, "a pie juntillas". Así es amigos, me alimento con carne humana.






La antropofagia, canibalismo o projimofagia es una práctica que aún incomoda a algunos, sin embargo no creo conocer ningún hábito particular de grupo étnico alguno que goce del reconocimiento, admiración y tolerancia de toda la humanidad. Es bien sabido que nuestro único acuerdo como especie es que nunca podremos ponernos de acuerdo en todo. Por eso quiero compartir contigo más que un recetario o un libro de cocina: compartiré los beneficios inmediatos de comerse al prójimo, para que al final, la última llamada sea la tuya, si decides que la antropofagia te va bien.



De entrada se debe reconocer la facilidad de abasto de la materia prima. Lo bueno de comerse al prójimo es que hay muchos y muy cercanos, vaya, hay prójimos muy próximos. Los prójimos se dan en tamaños y presentaciones muy diversas. Esto garantiza que el menú nunca es el mismo y nos mantiene lejos de caer en el aburrimiento por la rutina. Lo malo de las dietas de pollo o vegetales, es que todas son iguales: una vez que te has comido un pollo (no es nada en contra de mi amiga Pollo, aunque no se escapa de ser mi prójima) no hay nada nuevo. En el caso poco probable de que te toque un pollo de dos picos o tres patas es lo mismo: sabe a pollo. Pudieran debatirme las organizaciones anticanibalistas del mundo y argumentar que los perros, por ejemplo, tiene pintas varias y eso los hace diferentes.



Amigos globalifóbicos: Un perro sabe a perro sin importar su raza. La esencia de todos los perros es la misma, es más, si le das a probar a alguien un buen trozo de perro, digamos french poodle, te va a contestar casi siempre lo mismo: Sabe como a pollo. En el caso de los vegetales es igual: una espinaca es como todas las demás espinacas.







En la projimofagia esto no sucede, si los seres humanos somos notoriamente distintos por fuera no debes sorprenderte al saber que nuestras diferencias se acentúan aún más al interior, haciéndonos particulares, gastronómicamente hablando. Tengo la teoría de que nuestro sabor reside en el ADN, único e irrepetible. Estas diferencias interiores tienen que ver también con la esencia humana: religiosidad, principios y valores, convicciones políticas y preferencias sexuales, nos hace tener a cada uno, un sabor peculiar, y debo decirte que es muy diferente la sazón de un morenazo judío ecologista homosexual al insípido sabor de un hombre caucásico protestante republicano homofóbico. Una María zapoteca tiene un sabor muy diferente a la María chontal y aún entre las madres y las hijas chontales hay sabores diferentes; pero creo que me gana la emoción y empiezo a divagar.



Les comentaba que los prójimos son muchos, por lo que el abastecimiento de sus despensas no será un problema, este es el primer gran beneficio, además de que se acabaron las largas colas de los supermercados leyendo revistas que a nadie interesan, constatando la falta de vocación, capacidad e inteligencia de las cajeras y gerentes, y siendo bombardeados por el 30% de descuento en los productos pipiolo.



Salvo algunos vericuetos legales que debes aprender a sortear en la projimofagia, encontrarás además una oportunidad para reavivar los instintos humanos más atrofiados, entre ellos el instinto cazador que distinguió a nuestros antepasados mucho antes de las glorias del progreso.

Antes de los rifles y escopetas, del Oxxo y la entrega en 30 minutos o tu pizza gratis, hubo una época gloriosa en la que el hombre salía pedernal de obsidiana en mano a enfrentarse, muchas veces en condiciones inferiores, a especies que representaban un suculento bocado: aun más, cuando el cazador no lograba el éxito en su campaña se liaba a macanazos con un prójimo y se lo almorzaba.



De cualquier forma, el salir a corretear la chuleta implicaba eso: un esfuerzo que agudizaba los sentidos, convirtiendo a nuestros antepasados en perfectas máquinas de acción. Una etapa de la raza humana muy distante si se compara con los campeones del control remoto y el, préstame tu Chevy para ir al baño, de nuestros tiempos.







La antropofagia aplicada al prójimo es también un método de higiene social poco utilizado: Si sospechas que tu vecino salió tan campante de Almoloya en un carrito de la lavandería, tienes la oportunidad de hacer de este planeta un mejor lugar donde vivir: Cómetelo. Si tu compañero de trabajo te plagia los proyectos y el jefe te jode continuamente la borrega: Cómetelo. Si la Selección de tu país no gana un juego y está en riesgo de no ir al Mundial: Cómetelo. Si el diputado de tu municipio se ganó el mote del Dipotubo por su afición a la inspección de table dances en lugar de cumplir con el compromiso para el que fue elegido: Cómetelo. Si el obispo no deja de hacer olas por el asesinato de un cardenal narco: Cómetelo. Si el mono que te gobierna y por el que además nunca votaste pone en riesgo la economía, la paz social y la gobernabilidad: Cómetelo.



Creo que captas la idea.



Los projimofagos del mundo cumplimos con patrióticas funciones mientras nos alimentamos, y en países como México, hay un excedente de prospectos por devorar, cada uno más suculento y merecedor de la cazuela que el anterior; puedes levantarte cada mañana sabiendo que deliciosos manjares esperan por ti.



El canibalismo representa también una opción microeconómica más efectiva que el Programa Changarro que tanto promovió Fox el de las botas, y en varios países africanos es el motor de la industria y el comercio, ya que todo se aprovecha en el prójimo: con los huesos se hacen botones, con el cabello estropajo, con las uñas se hacen polvos afrodisiacos (la uña de gato no es nada comparada con la uña de humano), con la piel se hacen lámparas (pero eso, tú ya lo sabías) y con la grasa: jabones; la imaginación es el límite.



Si tienes dudas, escríbeme y con gusto te haré llegar un manual con las tecnologías domésticas más populares. Con el tiempo aprenderás, querido lector, a seleccionar las partes más sabrosas de cada sujeto, pero te puedo adelantar que dependiendo del prójimo a devorar, algunos órganos son más tiernos, jugosos y suculentos que otros: la lengua de político, la nalga de striper, la barriga de pulquero, el cerebro de cualquier productor de Televisa, etc.; ante todo, recuerda que salvo las partes mencionadas anteriormente que sirven para aliviar la economía familiar, todo lo demás se come. Los beneficios sociales y económicos han quedado demostrados.



En cuanto a los beneficios físicos del canibalismo, baste decir que raras ocasiones un prójimo se deja cocinar sin oponer resistencia o hacerla de jamón. De ahí obtienes un workout que te envidiarían Ana Gabriela Guevara, Arnold Schwarzenegger o Vin Diesel. La lucha promedio con tu prójimo antes de declararlo clínicamente en rigor mortis dura aproximadamente 40 minutos y exige el esfuerzo físico equivalente a correr media maratón, boxear quince rounds con Julio César, acompañar a Madonna en una de sus giras o moderar el debate público entre Calderón y El Peje.

Definitivamente la motivación por el ejercicio de la projimofagia, como ves, amable lector, no es un problema. Anímate y descubrirás que el mundo ofrece una opción de valor nutricional, social y económico en esta aventura. Y si queda algún resquicio de duda en tu corazón, déjame mencionarte a algunos projimofagos célebres: desde Atila el Huno, Jodie Foster, Luis Pasteur, Jordan, Carlos Monsiváis, Andrés Bustamante, Mónica Seles, el güey que inventó el microscopio, mi tía Lucrecia, Carlos Salinas, la familia Slim, George Michael, Marco Polo, Octavio Paz, Marie Curie y Lucero la de Mijares.



¿No estás convencido aún?



Todo es cuestión de digerir la idea... manjar metafísico por excelencia.