sábado, 10 de mayo de 2008

10 pesos

Ayer estaba enfadada con el mundo... así que me recluí en mi lugar favorito, un lugar que de noche parece medio abandonado, esos ideales para ir con una lata de cerveza. Una vez que me la he bebido, la pongo frente a mí y juego a tirarle piedras, como si la lata fuera el mundo y yo una niña enfurruñada.



Pienso, luego existo.¿Y si me compro 10 pesos de bosque? ¿Y si la felicidad es eso?... abandonar cualquier cosa que me ate, irme al monte, comprarme una cabra y tres vacas, ordeñarlas cada mañana, comerme las papas que yo misma planté. Vivir lejos del mundo, lejos de todo lo que me aparte de ser yo misma. Abandonar el coche en una cuneta y comprarme una bicicleta, vivir con lo justo... revolcarme por la hierba fresca y verde, tirarme desde lo alto y rodar como un copo de nieve, oír los grillos por la noche... tener sexo a todas horas... (no había pensado que para eso necesitaré de una pareja).





Si es lo que tiene esto... que a poco de desear deseas un poquito más... yo me niego a pagar rentas desorbitadas, a trabajar doce horas diarias, quiero limpiar menos y leer más... quiero acabar siendo una viejecita en el monte, quiero estar sentada descalza en una mecedora y respirar aire no contaminado por ambiciones, por inútiles deseos, y sonreír, sonreír por dentro y por fuera... y revivir mi vida dos veces, al haberla vivido plenamente como he deseado y al recordarla... quiero estar durmiendo y oír los grillos, despertarme con el canto del gallo por las mañanas, saltar como una cabra y tener una mano arrugada y vieja que sepa sacar el sol de entre las nubes en los días de tormenta.

La felicidad no es nada material, ¡la felicidad es comprarse 10 pesos de bosque, una cabra y tres vacas! Si algún día soy capaz de renunciar a todo por la felicidad... búsquenme en la montaña.