Decía un buen sabelotodo que todo fluye, todo cambia, nada permanece.
Hay personas que odian los cambios. A veces, incluso, están instaladas en una mala situación, la asumen, se acomodan, dan por hecho que es lo que hay, que no puede ser de otra manera y que la espera es la única "acción" que hará que las cosas mejoren.
Se dice que más vale malo conocido y para muchas personas eso es un dogma de vida, la primera regla de la que echan mano cuando algo les asusta, cuando tienen posibilidad de cambiar las cosas.
Pero esas personas no tienen en cuenta que anclarse en esa situación no hará que no existan cambios, porque los cambios van más allá de uno, dependen de múltiples variables que se escapan al control personal.
Hay gente que odia los cambios porque cuesta muchísimo trabajo acomodarse a una nueva situación cuando uno ya está felizmente instalado en la más asqueante de las realidades, pero, pese a todo, pese al esfuerzo personal de mantanerse inerte, pasivo y sin reflejo... gracias a Heráclito... todo fluye, todo cambia, nada permanece.