Me olvidé otra vez en aquella esquina, como atrapada en la nube del recuerdo que nunca olvida. Me quedé ahí, quizá porque pensé que era bonito vivir retraída.
Por eso, hoy fui a encontrarme, no me había dado cuenta del frío que tenía, no de ese frío, sino del que tú decías siempre:
"No de ese frío, de éste, me lees?".
Y sonreí pensándote en tú aquí y yo allá... y así.
Porque también yo estuve allá y tú aquí, pero ya no sé dónde estás.
Entre las personas, con ése, lo mal dicho, lo bien vivido, por ahí andas y yo te aplaudo a escondidas. Un, dos, tres, un, dos, tres.
Y me encuentro con que estoy 3 veces 3 más lejos, de un puerto, de una carta, de besos llenos de elevadores, de firmas que se pegan con tinta china en la lengua, de seis colores y diez abrazos.
Que ya estoy llena de quién sabe qué cosa, que me pegaron, que dolió, me levantaron y hasta ahorita, tremendas son las cosas...
No estoy en la esquina, ni olvidando ni esperando, estoy quién sabe cómo, llorando por dentro, así como para que nadie escuche... y con frío, de ese frío que te dio por febrero...
Del que decías: "No de ese frío, de éste, me escuchas?".
Por eso yo decía... cuelga, no te estoy entendiendo...