Cuando Picasso tomaba la guitarra y se ponía a balbucear Súplica, de Rodrigo Solís, se le quebraba la voz en el último párrafo y yo quería correr a abrazarlo pa llorar juntos.
Ya hace 10 años de eso, y Picasso se convirtió casi en un ingeniero civil… y yo… en lo que ustedes ya saben.
Tal vez no les guste el texto, pero trataré de rescatar uno de esos días, una de esas noches. Si vengo a ponerlo es por si mi corazón algún día olvida, mis ojos recuerden así... leyendo.
Variaciones de Súplica:
Y si te dijera, José, que no te he extrañado, que no me importó que te fueras, que no he sentido rabia, que no he sentido pena, que tu muerte fue tan sólo una manera para apreciar mi vida con el doble de fuerzas.
Que no lloré frente a tu tumba, ¡si te dijera!
Que no he estado perdida, y que no he sufrido. Es más, si dijera, por poner un ejemplo, que de cierta forma me alegra que te hayas muerto. Así no irás conmigo de gorra, ni me harás perder el tiempo hablando de política y de la bomba.
Si te dijera que pienso que eres algo estúpido por morir en una tarde tan bella.
Si te dijera que mi vida sigue igual de alegre. Que Pink Floyd sigue siendo mi segundo grupo favorito y que el mundo aún se mueve, que seguimos haciendo fiestas, que la pena no nos detiene.
Si te dijera, ¡si te gritara!
Dime, José, si dijera en serio todo eso que digo, ¿dejarías tu tumba?
Porque si es así, entonces, ¡seguro que lo digo!
(Súplica)…