martes, 19 de febrero de 2008

Afuera


Si bien es sabido que las cosas vistas por fuera se ven mejor, habrá que conseguirse un tercer ojo de venta en cualquier mercado de penas bien habidas con ofertas a mitad de precio para que la felicidad no se lastime, la convivencia sea leve y la varita mágica de los frijolitos pintos toque a aquellos que con la simple vista no ven nada.
Porque a fin de cuentas nada quita el sueño, ni el hambre ni las ganas de coger… y la mismísima fe viene atrás de uno, tanto que si se le quiere ver basta con voltear a la ventana, al cielo, al sol, a la luna, a un lado y al otro, pero jamás hacia atrás ni hacia abajo porque por ahí vienen las sorpresas.
Caminar con el equipo individual y que poco valga dejarlo a mitad del camino por el peso que provoque.
Porque vale más caminar sinceros que como lo hace el resto. Sí, más vale hacerlo así, aunque me cargue la chingada.

¿En verdad me creo esto que digo? Chingado, no sé, sólo sé que el tiempo es negro sobre negro, y que no hay luz que valga.
Cada día que pasa todo se torna más oscuro, más denso, más jodido. Neta, estoy cansada… así como le decía anoche al Negrito, la vida terminó por comerme…