A mí tampoco me gustan los lunes. Paso las horas asomada a la ventana, como tratando de avistar tierra tras el profundo horizonte plomizo, y ni tan siquiera un trozo de madera ilusiona mi esperanza.
Las gaviotas se han ido. Qué lejos estás. Malditos lunes.
Y vuelve a llover de nuevo, o de viejo. Palabras mudas, ladridos huecos. Y mis árboles vuelven a ceder al cruento temporal. Saben que es su única posibilidad de sobrevivir. Me cuentan que conocieron a uno que se mantenía imperturbable a las ventiscas, pero que ya no está. Que se marchó una negra noche de invierno. Yo sé que esta noche no han de callar.
Olvido la distancia, y encuentro tu silencio. Sordo. En breve tu espectral presencia inunda mi casa. Y mi vida. Pero es fría. Como este lunes.
Que poco me gustan los lunes. Están consiguiendo ponerme triste. Ya paro.