domingo, 26 de julio de 2009

La pérdida

Estabas ahí, pero no estabas. Te cuesta tanto explicar cómo te costó pasar por eso. Tantos te reclamaron por no haber dicho algo en ese momento.

¿Cómo explica uno que sí, que se está ahí físicamente, pero que dentro de ese cuerpo, la verdadera esencia de uno está secuestrada en una esfera que flota sabe dios dónde? ¿Con qué cara llega uno a decirle a los amigos “creo que me estoy volviendo loca”? ¿Y quién podría haber hecho algo al respecto?

Además, no podrías haber dicho nada de nada porque la ausencia te invadía. Te quedaste pasmada tantas veces sin saber siquiera en qué estabas pensando o si estabas pensando.
La sensación física era terrible también, como tener una bomba dentro, tic tac tic tac tic tac, todo el tiempo. Y ese tic tac tic tac llevaba inevitablemente a la angustia, y la angustia parecía aumentar la intensidad del tic tac tic tac.


Hablar con la gente era peor, los veías como desde dentro de una pecera, los veías hablar y no sabías con qué cara los estabas viendo, cuáles eran tus gestos.

No sabes cuántas veces llegaste a casa sin tener conciencia de haber caminado hasta ahí. Tampoco sabes cómo llegaste a cada lugar que fuiste mientras duró esa pesadilla. Pasaste esos días de laguna en laguna, descubriendo sorprendida que ya estabas en el parque, que ya habías llegado al cine, que a alguna hora te habías quedado dormida y estaba empezando un día más, que habías leído el periódico sin recordar ni una sola de las noticias.

¿Cómo no ibas a pensar que te estabas volviendo loca? Fue incluso peor cuando además de la angustia se instaló la tristeza.

Entonces sí pensaste que estabas perdida.

La escena debió verse bastante curiosa: la mujer caminando lentamente, mirando todo a su alrededor pero con la mirada perdida y un gesto indefinido en el rostro. De un paso al siguiente, lágrimas y más lágrimas y ni una sola palabra.

Muy dentro de ti, en algún lugar escondido y profundo, una voz no se cansaba de repetir “sal de ahí, despierta, no te quedes flotando eternamente”. Era una voz pequeñita pero constante y creo que esa voz fue la que finalmente te hizo quebrar la esfera y respirar de nuevo.

Estuviste perdida, prisionera dentro de ti misma.

¿Se siente bien estar de vuelta?