Entró al cuarto decidida pero sin prisas, arrastraba un poco los pies aunque caminaba erguida.
Te miraba a los ojos con una mezcla de dulzura y pasión mientras se iba quitando todo, menos la sonrisa.
Por ahí quedó tirado el abrigo, un zapato por aquí, otro por allá. Poco a poco iba develando tramos de piel, parecía florecer cuando el frío del cuarto le alborotaba los poros.
Venía por abrazos, por besos y tú eras toda cariños y mimos para ella.