Hay ciertos momentos en la vida en que, cuando la gente (entendiendo aquí por gente algo así como tu persona más cercana de alguna esfera vivencial) empieza a fallarte, es cuando más la necesitas. Y no puedes decir nada, porque hay tratos, hay deber, hay limitaciones y la institución de la promesa.
Y necesitas una bofetada. Una bofetada ajena que te diga "Nada va a salir bien y lo sabes".
Y la gente falla.
Y tú tocas fondo, pero sigues cavando.
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Ok ok… yo también he fallado.