No quiero decepcionarlos, pero a pesar del Palacio de Hierro, Starbucks, y demás lugares refinados, seguimos viviendo en el tercer mundo. Lo que me pregunto entonces, es en qué escala de subdesarrollo nos encontrábamos cuando había que escribirle una cartita al tío Gamboín rogándole que regresara nuestra caricatura favorita, para que el venerable ancianito respondiera dándole cuerda a su changuito tamborilero y diciendo que pasaría nuestro mensaje a la gerencia.
Y si al fin volvía, eran los mismos tres capítulos que habían comprado desde el principio y que repetían una y otra vez. Si no es que la televisión fuera tan memorable, es que nos hicieron aprenderla de memoria y por eso hay tanto treintañero nostálgico gastándose la quincena en juguetes.
Había en los noventa un programa que me gustaba un buen acerca del viaje en el tiempo y demás patrañas, en el que un tipo que además de físico era médico, músico, arqueólogo, astrónomo, políglota y karateca, regresaba en el tiempo ocupando el cuerpo de otras personas para resolverles la vida y evitar que fueran unos perdedores imbéciles y buenos para nada. Y ya que la secuencia resultaba muy importante, ahí me tienen todos los días a las 9 de la noche esperando con un cirio pascual encendido para que los del Master de Canal 5 se tentaran el corazón y respetaran la secuencia de la historia o por lo menos no repitieran el mismo episodio de siempre.
Como podrán suponer, nunca lo hicieron, así que con el tiempo entendí que sólo habían comprado algo así como dos temporadas partidas a la mitad y nunca iba a entender nada. Pero ahora resulta que está de vuelta en Sci-fi Channel. La cosa es que si no tengo tiempo de contestarle el teléfono a mi familia, menos voy a tener una hora a media tarde para sentarme a recordar y tejer suéteres mientras sopeo conchas en chocolate caliente.
Entonces anoche, mientras delineaba un esquema definitivo para la completa dominación del género humano y universo conocido, decidí prender la televisión nomás como fondo musical y le atiné a la repetición de las cinco de la mañana. Como tienen el mismo doblaje que la versión de Canal 5, asumí que serían los mismos capítulos que me aprendí de memoria, pero no fue así. Gran sorpresa me llevé cuando era uno nuevo que además lidiaba con temas oscuros y complejos. De inmediato recordé que alguna vez me enteré que conforme avanzaron las temporadas, las historias se volvieron más complicadas y en algún momento, el Dr. Sam Beckett apareció en el cuerpo del mismísimo Lee Harvey Oswald.
Ahora resulta que lo bueno de cinco décadas de televisión tercermundista, es que de pronto tus programas favoritos de la infancia tendrán nuevos capítulos muchos años después de muertos.
¿Qué programas extranjeros habrá transmitido completos la televisión mexicana?
Al final resultó que el próximo capítulo es el de Lee Harvey Oswald. Vaya casualidad. Así que veré como es que el Dr. Beckett mató o no mató o fue inculpado en el asesinato de John F. Kennedy. Si alguien sabe dígamelo o véalo en el Sci-fi Channel.