lunes, 27 de octubre de 2008

La “liberación de la mujer” nos está esclavizando

Como todos los grandes cambios, en cuanto a patrones de comportamiento, el de la liberación de la mujer también necesita un periodo de ajuste. Es cierto que en esta lucha se han conseguido cosas, pero como quien más quien menos ya las conoce me centraré, únicamente, en las consecuencias negativas de este, espero, periodo de transición cultural.
Es cierto que ahora las mujeres ocupamos las universidades, y posteriormente podemos acceder a un trabajo digno (para esto bastaría con un par de mamadas bien escogidas; si se desea un cargo de responsabilidad es necesario un completo), también es cierto que votamos, incluso nos hemos convertido en grandes lectoras (Cosmopolitan habla de todo, y como es la revista más machista que hay en el mercado, nos permite conocer las necesidades masculinas). Y lo mejor de todo, como somos tan liberarles no hay un hombre que se atreva a ponernos la mano encima (la violencia de género no son más que peleas en las que gana él). Grandes avances los de la mujer es estos últimos tiempos pero, como ya he dicho antes, no todo es bueno. O mejor dicho, todo es bueno hasta que se llega a los treinta. Este es el momento en el que la “liberación femenina” se torna esclavitud.
Al llegar a los treinta una ha de estar ubicada profesionalmente, tener marido o, en su defecto, un buen proyecto de marido; hablar, mínimo, tres idiomas (sin contar el francés), vestir de un modisto famoso, ser la mejor amante en 1000 km a la redonda y estar preparada para combinar, perfectamente, una vida de pareja con la maternidad y conseguir, a la vez, un ascenso en el trabajo.
Como mujer que soy todo esto me llena de satisfacción. La posibilidad de poder hacer tantas cosas al mismo tiempo es un sueño hecho realidad, pero hay momentos en los que echo la vista atrás y recuerdo aquellos tiempos en los que las mujeres tan sólo podían estar en casa (dormir hasta las doce), hacer las compras (relacionarse), ver la telenovela (masturbarse con el protagonista), estar pendiente del gas butano (recibir al padre de muchos niños de mi generación). En fin, una vida llena de limitaciones que ya casi no existen. Ahora sólo queda esperar a que este cambio cultural se ajuste y todo será maravilloso.
Mujeres y penes con patas viviendo en armonía y felicidad.