Posiblemente alguno de los dos con el tiempo se volverá convencional. Ser ambiguo es lo que tiene...
Nunca sabe uno por dónde aflorarán sus reacciones... seguramente no necesitaremos ponerle el nombre que le ponen otros, pero posiblemente nos inventaremos alguno aunque sigamos dejando la definición en puntos suspensivos, como quien no quiere definirla.
Posiblemente seré yo la que desnivele la balanza, y no porque te quiera más, sino porque soy yo la impulsiva y tú el cauto. Perderemos así el desequilibrado equilibrio... cabe la posibilidad de que a fuerza de vernos, uno de los dos acabe necesitando al otro más que el otro al necesitar, y a pesar de no necesitar necesitará que lo necesiten.
Tomaremos algún extraño rol seguramente... llegará el día que yo, que soy de extremos, quiera el todo o el nada... y el día que yo misma descubra lo que necesite independientemente de lo que tú decidas darme, me daré cuenta de que el todo a veces es un nada enorme y el nada a veces un todo completo, pero soy ambigua como tú y necesitaré ver ambos lados.
Como soy antirrutina no querré quedarme siempre en este bando, siempre es demasiado tiempo para ser totalmente convencional como para ser totalmente ambigua.
No querré que me necesites, pero necesitaré creer que me necesitas para poder seguir necesitándote sin necesidad.
Posiblemente alguno de los dos tensará la cuerda hasta romperla, salvo que el otro sepa por qué se tensa y la vuelva elástica sin tanto esfuerzo.
Posiblemente yo estaré más enamorada hasta que tú empieces a estarlo, entonces girarán las cosas y serás tú el enamorado para que vuelvan a girar de nuevo, hasta que en algún momento coincidamos en el ritmo… en el toma y dame.
De momento tengo tan claro que lo que tenga que pasar, pasará lo quiera o no, lo necesite o no… has entrado sin permiso en mi vida como si fueras el sereno poseedor de todas las llaves… no puedo hacer nada salvo acostumbrarme a quererte volando mientras vuelas y haciendo piruetas en el cielo.
Y algún día cabe la posibilidad de que impasible te mire a los ojos, y radical como lo he sido siempre, harta de guardar corazones en bolsillos rotos te diga: sí, me he enamorado, y qué pasa!Y entonces ya podrás empezar a temblar con motivos… porque entonces, y sólo entonces, será cuando empiece a amarte.