martes, 18 de marzo de 2008

Dios busca eliminar a sus "renglones torcidos"

Ni al mejor guionista se le hubiera ocurrido un escenario como el que ayer se vivió en Monterrey: panorámicos caídos, decenas de anuncios volando por los aires, dos muertes, incendios, conflictos vehiculares por semáforos apagados, miles de familias sin energía eléctrica, gasolineras y tiendas fuera de servicio. Ése fue el saldo que, en sólo unas horas, provocó una tolvanera que se dejó sentir en todo Nuevo León.



El ventarrón de entre 60 y 100 kilómetros por hora, atribuido al cambio de temperatura, comenzó a partir de las 9:30 en los municipios de la periferia. En cuestión de segundos, las ráfagas de aire aumentaron y mostraron su poder en las calles de la metrópoli regiomontana, dejando a más de 350 mil familias sin energía eléctrica.
Según los reportes de la Comisión Federal de Electricidad, siete líneas de alta tensión en la zona oriente se colapsaron y tres subestaciones dejaron de funcionar, por lo que se activó el Plan de Emergencias Nacional.



En varias colonias árboles fueron sacados de raíz, los semáforos fallaron, postes de luz se desprendieron de su base y cientos de cables quedaron tirados en las calles.
Las autoridades estatales declararon una contingencia ambiental ante la alta concentración de partículas contaminantes. Las estaciones Suroeste y San Bernabé, correspondientes a Monterrey y Santa Catarina, registraron índices IMECA por encima de los 108 puntos. La Dirección de Ecología de Monterrey reportó que se dispararon los índices de contaminación hasta alcanzar una concentración de 450 partículas por millón, cuando el tope recomendado es de 120.





Las ráfagas de viento agravaron el incendio que desde el fin de semana se registra en la sierra de Santiago. El número de hectáreas afectadas aumentó de mil a mil 500, el campamento del personal de Protección Civil fue arrasado por el viento y los helicópteros no han podido maniobrar por las condiciones del clima.




Según el Sistema Meteorológico Nacional, se espera que hoy aumente la fuerza de los vientos, alcanzando más de cien kilómetros por hora.

Sí, Dios quiere eliminar a sus renglones torcidos.


Nota desde la redacción de Milenio.
Las imágenes son cortesía de mis hermosos compañeros fotógrafos: José Ángel Cervantes, Roberto Alanís, Severo González, Gerardo González y Sir Leo Rocha.