viernes, 21 de noviembre de 2008

Friday I'm in love

Hoy es viernes... y es viernes de curso de redacción.

Tengo tos y la garganta en calidad de falda hawaiana. La pregunta es: ¡¿Cómo le voy a hacer para estar al frente, hablando por dos horas?!




El viaje será duro y pesado, así que abróchense sus cinturones.
I don't care if monday's blue
Tuesday's grey and wednesday too
Thursday i don't care about you
It's friday i'm in love
Monday you can fall apart
Tuesday wednesday break my heart
Thursday doesn't even start
It's friday i'm in love
Saturday wait
And sunday always comes too late
But friday never hesitate...

Cazadora

La mano de él resbala por el hombro, baja. Le dice todo lo que no escucha de la boca, de los ojos cerrados.

Ella lo espera, sin prisa, sin demasiada sed: sabe que una historia siempre crece dentro de las uñas, sobre los nudillos rotos. Y no hay mucho qué hacer si uno se suelta. Si se deja ir por el cuerpo del otro, por los canales de la piel que hunde las costillas; hasta que uno deja a la lengua del otro jugar con el ombligo, iniciar el angostísimo camino al infinito.

Pero él la suelta de pronto, justo cuando ya descendía por el pecho izquierdo. No dice nada, no necesita decir nada, ella lo intuye: le duelen, como a ella, las yemas de los dedos, las coyunturas; ha desgastado su huella en tantas historias que teme quedarse sin laberintos en la punta de la piel, quedarse sin piel, sin carne.

Ella lo abraza, le dice que no importa, que tal vez, algún día. Porque sabe que ella será quien lo busque de nuevo, y lo dejará cazarla sin que él se dé cuenta, sin que él le perciba la sed, las ganas de hundirse en ese pecho muchos años.

Lo siento, dice él. Y ella también lo siente, pero sabe. Volverá para ser buscada, atrapada por él y, entonces, la mano bajará, y ascenderá, y le dibujará sus laberintos en la piel hundida. Aunque tenga que aparecer muchas veces, muchos días disfrazada de azar y coincidencia.

jueves, 20 de noviembre de 2008

Pre-textos



Fin del post, pueden bajar por la escalera de la derecha hacia el infierno. Nomás aguas, ahí violan.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

Se acerca la Navidad

Cada año las decoraciones festivas se adelantan más. Me imagino que es para atormentar al abrumado consumidor, que dirá, al igual que yo: “¡No estoy lista para la Navidad! ¡¿Oh, Dios, qué he de hacer?!”.
No se apure, querido consumidor, le tengo una solución certera: ¡regale un libro!

Pero, preste oreja (¿o debo decir ojo?)... El arte de regalar libros requiere la afinación de precarios balances, el justo empate entre lector y lectura. El emparejamiento debe ser certero. De nada sirve comprarle, digamos que a esa amiga que se desvela porque el jefe se le declare en una escena que deje corta a la final de Richard Gere en Pretty woman; repito, a esa amiga de nada vale regalarle Crimen y castigo (aunque sí le convendría leerse a Madame Bovary o a La hija del capitán, de Chejov, en vez de ese libro de Pablo Cohelo que la tiene pensando en pajaritos chileros preñados).

Por ello he desarrollado una estrategia que quiero compartir con ustedes.
Como la psicología ha suplantado todo lo que tiene que ver con calidad en el predio de la cultura, me sumo a los hunos y presento este método ejemplar. Funciona así: para cada personalidad existen libros de sensibilidades hermanas. Después de profundas reflexiones he desarrollado la siguiente lista que quiero compartir con ustedes. Quizás los ayude a desarrollar su propio método de regalar libros.

Tipo #1 El maniaco-depresivo: Si usted tiene un amigo que romantiza la muerte, la soledad, el comentario que siempre desentona (con tal de verse raro y profundo), regálele Tokio blues de Haruki Murakabi. La cantidad de suicidios y depresiones dejará pasmado a su amigo. Además, le estará regalando un clásico de la literatura contemporánea. Este libro, se lo aseguro, le va a encantar.

Tipo #2 El depresivo ideológico: Este tipo de personalidad vive convencida de que la vida no vale nada; de que el hombre es el lobo del hombre y de que ningún cambio político, social o espiritual desviará la caída de nuestra especie en destrucción. Si usted tiene en su lista navideña a alguien así, esta Navidad regálele la novela El pintor de batallas, de Arturo Pérez-Reverte. El conocidísimo autor español se aleja del recuento de aventuras para echar una mirada a la guerra. El pintor de batallas es una excelente novela, quizás la mejor de Pérez-Reverte, aunque en ella, el autor no convoca a su Capitán Alatriste, sino a la tristeza de haber sido reportero de guerra en una sociedad que idolatra el espectáculo.

Tipo #3 El calientito: Su actividad favorita es la tasación glútea. No existe chica que no encuentre comible, y cuando se toma dos tragos de más, hay que tenerle miedo, porque ni una, que es amiga del alma, se salva. Para este amigo de personalidad hipersexual le recomiendo dos libros, el primero Helarte de amar del escritor peruano Fernando Iwasaki Cautí, y el otro La mano del fuego, del mexicano Alberto Ruy Sánchez. Ambas lecturas le estimularán la bragueta y el cerebro, o viceversa, que es lo mismo. Recuérdele a su amigo que ambos órganos deben ser cultivados o si no, sufre la posibilidad de que uno o ambos, comiencen a fallar.

Tipo #4 La hiperfeminista: Esta Navidad será fácil regalarle a esa amiga que no para de tronar contra los hombres y sus veleidades, contra el sistema patriarcal y contra la perdurable opresión de la mujer. Cualquier obra de Doris Lessing, aquella ganadora del Premio Nobel, es buena selección. Yo le recomiendo Diario de una buena vecina y The golden book para empezar. Y para ponerla en contexto, a su amiga hiperfeminista también le regalaría Orlando, de Virginia Woolf.

Tipo #5 El technofreak iPods, MySpace, YouTube, ¿usted tiene un sobrino o sobrina que no puede vivir sin todos estos gadgets? ¿Cuando la luz se va amenaza con el suicidio? ¿Todo lo que lee, si lee, es de ciencia-ficción? Nada más que para choquear a este elemento, yo le regalaría El año del desierto, de Pedro Mairal. Es para ejercitar la mente e imaginarse un mundo en el que la civilización poco a poco desaparece. Reta, pero a fin de cuentas, le va a encantar el libro.

Y eso es todo por esta temporada.

martes, 18 de noviembre de 2008

¡Vámonos!

¡Ha llegado la hora!

-¿De dar vueltas hasta vomitar?

-¿De bailar con la más fea?

Nooooooo, llegó la hora de aprender la lección del día. Y para eso, giraremos la rueda de la fortuna…



Ok, no... llegó la hora de hacer fuga de este centro de vicios que es mi trabajo... Regreso mañana... qué remedio!



Departamento de quejas

Sigo sin entender por qué el juez Garzón se echó para atrás con la iniciativa de la Memoria Histórica. Pareciera que lo presionaron y terminó por lavarse las manos. Faltará ver si los juzgados hacen algo al respecto.

Si el PRD ya estaba agonizando, el TEPJF le dio el tiro de gracia al fallar a favor de Chucho Ortega. Ahora Encinas declara que no se va del partido pero rechaza la Secretaría General. Yo, honestamente, dudo que se pueda rescatar lo que queda del PRD pero hay gente bastante ingenua. Finalmente parece que lo que queda de la izquierda mexicana apesta a podrido, murió y nadie le ha avisado.

Pepsi anunció que va a hacer un masivo recorte de personal. En México eliminarán 2200 empleos (la cantidad de empleos que recortarán en el resto del mundo es mucho menor). ¿Qué se hace en estos casos? ¿Cuál sería la forma más coherente de protesta ante esto?

Me parece un terrible insulto el spot televisivo que sacaron con las "estrellitas" del Canal de las Estrellas. Algún cerebro de comunicación social de Televisa, la benemérita empresa, se le ocurrió diseñar ese mensaje televisivo que nos habla del miedo.
Tenía rato de no ver TV, y que me topo con ese bodrio.
No me lo van a creer, pero en serio me propuse ver este mensaje con los ojos más desprejuiciados y equilibrados que pude. Pero nomás no se puede.
Ahí salen una bola de inútiles diciéndole a los mexicanos que salgamos como siempre, “a partirnos el lomo trabajando” (Yo no le entro; sí trabajo y le echo ganitas, pero ya partirme el alma sería espantoso). ¿Y si no se tiene trabajo? ¿Y si se tienen 3 trabajos y aún así no alcanza? ¿No sería mucho más leal hacia el pueblo de México que esos débiles mentales (que, sobra decirlo, ganan MUY bien) le exigieran al gobierno un aumento del salario mínimo y la creación (real y no estadística) de empleos? Si me encuentro a la Galilea o a la Trevi por la calle, ojalá que alguien me agarre antes de que me les eche encima con toda la furia del desempleo de algunos de mis amigos. ¡Qué miedo!

En fin, hoy ando quejumbrosa y malhumorada, pero la situación mundial no ayuda mucho a mejorar el humor.

sábado, 15 de noviembre de 2008

.:.:.

Me quedé dormida. Eso pensé, que había estado durmiendo.

De esas veces que uno se despierta y no sabe cuánto tiempo llevaba durmiendo. Luego me entró la duda y de ahí en adelante no hice más que cuestionarme y malviajarme.

Todo parecía tan viejo, tan gastado, tan conocido y reconocido. La mesa se veía triste, como una reliquia atorada en una cocina caduca, el piso cansado de ser caminado, la ventana opaca por meses de incesantes lluvias.

Me dieron ganas de estar dormida de nuevo. El problema era que para esas alturas no sabía si eso era el sueño o la realidad. Sentía los ojos hinchados, la boca pastosa; tal cual como si acabara de despertar y sin embargo mi mente se negaba a aceptarlo como cierto por más que tratara de convencerla.

Entonces se me hizo lógico cerrar los ojos y tirarme en el sillón. Al poco rato estaba con los ojos apretados para no ver la mesa, parecía una presencia fantasmagórica. Terminé dándome la vuelta y mi nariz quedó clavada en los cojines que olían a tabaco, humedad y sándalo.

Libre ya de la visión de la mesa fantasma, mi mente se dedicó a viajar en el aroma del sándalo, parloteando sobre la utilidad del incienso, recriminando a aquellos que lo odian, imaginando nubes de humo de colores, hippies, comunas, flores...

Me desperté. Eso pensé, que ya estaba despierta.