Historia de un malentendido.
Me trajeron hasta aquí, me sentaron frente a esta mesa, en una habitación especialmente dispuesta para mí, me tendieron un vaso de agua, anfetaminas y tranquilizantes a granel, me dieron todo lo que les pedía y también lo que no les pedía, impusieron silencio en la casa entera, yo me daba vueltas entre los cuatro muros mirando los cuadros y objetos y de vez en cuando sacaba un libro de la biblioteca del dueño de casa, que hojeaba distraídamente, luego me sentaba y garabateaba unas líneas que, una vez pasadas en limpio, deslizaba por debajo de la puerta, los aplausos no tardaban en hacerse sentir al fondo de la casa.