Me piden que escriba que he reído.
¿No saben que una de las que me habita siempre está riendo?
Pareciera que desean que describa más estos microcosmos que giran dentro de mí. Alicia en la madriguera, deberían saber que ellas salen a jugar de vez en cuando pero que se niegan rotundamente a ser expuestas, explicadas, analizadas una a una.
Sólo yo las conozco en su divertida profundidad.
Hoy podría hablar de aquella que ríe siempre. La han tachado de irremediablemente optimista, de simple, de desesperante. Poco se dan cuenta de que, sencillamente, es feliz.
En tiempos de crisis y fanfarronería muchos se regodean burlándose de la felicidad, diciendo que es inalcanzable o inexistente; existe la posibilidad de que ellos se hayan acostumbrado a no ser felices o que tengan demasiado miedo a serlo.
¿Por qué alguien podría tener miedo a ser feliz?
Porque están acostumbrados a tenerle miedo a la pérdida. Ahora lo he entendido, y miren lo mucho que me costó.
Cuando uno deja de temerle, las cosas fluyen de manera muy distinta. Una vez que entras a la madriguera, nada vuelve a ser igual. Seguramente algunas personas se topan con más de una madriguera en sus vidas, hay quienes no logran verlas y hay quienes entrar a más de una.
Todos somos Alicia expulsada al País de las Maravillas, sólo falta que reconozcamos al conejo blanco.