Cuenta la leyenda que se encontraban muy felices Bono y Paul McCartney surcando los cielos a bordo de su Macarnobonoplano, cuando recibieron tres llamadas de alerta. ¡Al mismo tiempo!
La primera era un SOS de Alaska, en donde unas focas bebés estaban siendo asesinadas sin misericordia; la segunda era una alerta urgente sobre un conflicto étnico-socio-filosófico de dos bandos enemigos que buscaban el control total de una península bananera, y el tercer llamado era la notificación de que Romina cumplía (otra vez) años.
Un grave dilema moral se presentaba a nuestros héroes, ya que Paul McCartney quería ir a salvar a las focas bebés y Bono quería detener la guerra obsequiando Aipos a los beligerantes. Ninguno de los dos encontraba la forma de cumplir con las tres misiones.
Fue entonces cuando por medio del intercom holográfico se apareció Su Serenísima Majestad, Changuito Boo II, y les ordenó tomar como prioridad la felicitación de Romina, a lo que Bono y Paul se negaron rotundamente.
Changuito Boo montó en cólera al saber que sus órdenes eran cuestionadas por semejantes mequetrefes y, por medio de un mecanismo oculto en el Macarnobonoplano, provocó una falla masiva en el equipo y la nave se vino abajo envuelta en llamas.
Quiso el destino que el Macarnobonoplano se estrellara en Alaska y provocara una explosión atómica que acabó con los cazadores de focas bebés (y con las focas bebés). La explosión también provocó el derretimiento de la masa polar y medio continente se inundó, eliminando a las tribus rivales y su guerra de pandillas.
Las cabezas de Bono y Paul McCartney surcaron el cielo hasta estrellarse en la puerta de Romina, y cuando ella las encontró, supo que era la tierna manera en que el Changuito Boo la felicitaba por su cumpleaños.
Y fue así como Su Alteza, Changuito Boo II, cumplía nuevamente su promesa de resolver todos los problemas del mundo.
¡Muchas felicidades a mí!