Pese a que la sociedad está en constante evolución, hay cosas que no cambian y posiblemente no lo harán en mucho tiempo. Una de estas cosas es el papel del dinero en el comportamiento humano, siendo éste mucho más influyente en los varones que en las hembras, aunque finalmente también repercute en estas últimas.
Cuando un hombre tiene dinero, independientemente de dónde provenga éste, es una persona segura de sí misma, con capacidad de decisión y resolución de problemas, iniciativa, creatividad, y un sinfín de cuestiones que derivan de la seguridad que les aporta la billetera. Y es que los hombres nacen para ser admirados, y sin el dinero la mayoría de ellos se queda sin razones que admirar, resumiendo: sin personalidad. Es por esto que nunca existirá un seductor pobre (los seductores sin dinero se llaman vividores).
Estadísticamente hablando, los hombres con alto poder adquisitivo tienen más y mejores relaciones a lo largo de su vida, y no se trata de una cuestión de intereses por parte de la hembra (aunque también se den), sino de la actitud que el dinero favorece en el varón, proyectando en la hembra una serie de cualidades que hacen que ésta se relaje y se deje seducir.
Por su puesto, que la seducción es una cosa y el amor otra, pero para llegar al amor en muchos casos antes hay que seducir.
Cuando un hombre tiene dinero, independientemente de dónde provenga éste, es una persona segura de sí misma, con capacidad de decisión y resolución de problemas, iniciativa, creatividad, y un sinfín de cuestiones que derivan de la seguridad que les aporta la billetera. Y es que los hombres nacen para ser admirados, y sin el dinero la mayoría de ellos se queda sin razones que admirar, resumiendo: sin personalidad. Es por esto que nunca existirá un seductor pobre (los seductores sin dinero se llaman vividores).
Estadísticamente hablando, los hombres con alto poder adquisitivo tienen más y mejores relaciones a lo largo de su vida, y no se trata de una cuestión de intereses por parte de la hembra (aunque también se den), sino de la actitud que el dinero favorece en el varón, proyectando en la hembra una serie de cualidades que hacen que ésta se relaje y se deje seducir.
Por su puesto, que la seducción es una cosa y el amor otra, pero para llegar al amor en muchos casos antes hay que seducir.